Recuperar los nombres y las voces de algunas de las mujeres creadoras que por ser consideradas locas fueron silenciadas o expulsadas del cuerpo social y político establecido, es uno de los propósitos que guía el proyecto Viaje al manicomio, cuyo título tomamos prestado del libro autobiográfico que la feminista Kate Millett publicó en 1990. Revivir las experiencias de sus encierros en centros psiquiátricos fue para Millett un modo de sobrevivir reivindicándose, enfrentando su desconcierto, impotencia e inseguridad que siguieron a un diagnóstico que la consideraba loca. A través de la escritura y de su decidida apuesta por la cordura, Kate Millett denunció el fracaso de un sistema que, todavía hoy, estigmatiza la enfermedad mental.

En 1994, tras una conferencia celebrada en el Instituto Naropa, en Colorado, Gregory Corso, miembro de la Beat Generation, respondía a la pregunta sobre la razón de que no hubiera mujeres en el grupo: «Hubo mujeres, estaban allí, yo las conocí, sus familias las encerraban en manicomios, se las sometía a tratamientos de electrochoque. En los años cincuenta si eras hombre podías ser un rebelde, pero si eras mujer tu familia te encerraba. Hubo casos, yo las conocí. Algún día alguien escribirá sobre ellas». La editorial Bartleby editó en 2015 Beat Attitude. Antología de mujeres poetas de la generación beat. Entre aquellas mujeres que ocuparon un segundo plano, figura Joyce Johnson que tituló sus memorias, significativamente, Personajes secundarios. O Elise Cowen, a quien sus padres censuraron su poesía y encerraron en diferentes psiquiátricos para silenciar su espíritu rebelde.

Durante un seminario dedicado a la palabra poética, Alda Merini se mostró molesta ante la insistencia sobre sus internamientos que los reducían a una mera anécdota; el manicomio, dijo, no crea poesía, en todo caso la poesía es manicomio. Toda mujer tiene sus manicomios: padece intolerancia, enfrentamientos, miedos, emotividad, abandonos, revanchas. Por su experiencia sabía que lo que se pretende castigar es el intelecto.

Han sido tantas las mujeres arrojadas a una demencia institucionalizada que acabó volviéndolas locas. Algunas lograron salir; todo un milagro. Otras no resistieron la tentación del suicidio para salvarse. Y otras enmudecieron. En la recuperación de sus voces a través de las obras de artistas actuales, que las citan, y del ciclo de charlas y mesas de trabajo que abordan sus legados, está el deseo de vindicar la radicalidad de sus alegatos y la decisión de mostrar el malestar que coartó su libertad.

Participan en el proyecto: Chechu Álava, Almalé y Bondía, Nacho Bolea, Carmen Calvo, María Gimeno, Louisa Holecz, Marta L. Lázaro, Fernando Martín Godoy, Sandra Moneny, Charo Pradas, Sara Quintero y Mery Sales.

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